En Mi nombre es Emilia del Valle, Isabel Allende nos sumerge en una historia profundamente humana que entrelaza política, periodismo, raíces familiares y amor en el convulsionado Chile del siglo XIX. Emilia, hija de una joven irlandesa devota y de un aristócrata chileno que desaparece antes de su nacimiento, crece en San Francisco junto a un padrastro que la anima a seguir su vocación literaria. Bajo el seudónimo de Brandon Price, comienza escribiendo novelas baratas, hasta que logra ingresar como periodista al San Francisco Examiner.

Cuando estalla la guerra civil en Chile en 1891, Emilia consigue ser enviada como corresponsal. El viaje no solo le ofrece la oportunidad de cubrir un conflicto de gran magnitud, sino también de buscar a su padre biológico y conocer sus raíces. La acompaña Eric Whelan, colega y amigo, con quien comparte más que una misión profesional. Emilia debe enfrentarse a un entorno dominado por hombres, a la crudeza del conflicto bélico y a los riesgos personales de involucrarse demasiado, tanto emocional como físicamente, en la historia que cubre.

Narrada en primera persona, la novela tiene el tono íntimo de unas memorias. Emilia se revela como una protagonista valiente y apasionada, que no teme desafiar las convenciones sociales para abrirse camino. Su vínculo con Eric, lleno de tensiones, silencios y momentos de complicidad, aporta a la novela una dimensión romántica que se construye con sutileza y madurez. No es una historia de amor en primer plano, pero sí una historia donde el amor, el deseo y la pertenencia juegan un rol esencial en la evolución de la protagonista.

Le di cinco estrellas porque es una lectura que emociona y deslumbra. Allende combina rigor histórico con una narración envolvente, y logra que sintamos el calor, el dolor y la esperanza de cada escena. Mi nombre es Emilia del Valle es una novela vibrante, con una protagonista inolvidable y una historia que celebra tanto la libertad como el amor en tiempos turbulentos.